27 junio 2025
Pronunciado por: Volker Türk, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
Señor Presidente,
Excelencias,
Distinguidos delegados:
El informe que presento hoy trata del pueblo de Myanmar y de sus aspiraciones a lograr un futuro mejor.
A pesar de los enormes retos que afrontan, los ciudadanos de la sociedad birmana se esfuerzan por alcanzar un país más pacífico, sostenible, democrático y diverso, basado en los derechos humanos.
Este informe trata de su visión de futuro y de las vías de alcanzarlo.
Estas soluciones se necesitan de manera perentoria, porque desde el último informe que presenté a este Consejo la situación del país ha seguido deteriorándose.
El 28 de marzo, un terremoto de gran intensidad sacudió a Myanmar, causó la muerte de unas 4.000 personas, destruyó vastas zonas del centro del país y dejó a seis millones de personas necesitadas de asistencia humanitaria urgente.
En la estela de la tragedia, a pesar de los múltiples anuncios de suspensión de hostilidades, el ejército amplió sus ataques, mató a más de 500 civiles y causó más de 1000 heridos. Y en vez de aumentar el acceso a la ayuda humanitaria, los militares redoblaron la violencia y limitaron aún más el acceso a esos servicios.
En muchos casos, los bombardeos o los ataques de artillería han dañado escuelas, edificios religiosos y otros lugares protegidos. Mi Oficina recibió informes de que el ejército ha lanzado más de 600 ataques desde el terremoto y que el 94 por ciento de ellos ocurrieron en periodos en que una tregua estaba en vigor.
Estas cifras indican que desde el golpe de 2021, los militares han matado a 6.800 civiles. Más de 22.000 personas están todavía detenidas y 172 fueron sentenciadas a muerte por tribunales controlados por los militares, que no aseguran el respeto de las garantías judiciales ni el derecho a un juicio justo.
En el Estado de Rakhine, la situación sigue siendo muy adversa y los rohingyas permanecen en condiciones de extrema vulnerabilidad. Los civiles están atrapados entre el Ejército de Arakán y los militares, que actúan con total impunidad. Me preocupa mucho que los civiles atraviesen por una grave crisis humanitaria debido a que los militares bloquean el suministro de ayuda en todo el Estado.
En el resto del país, la situación humanitaria también se deteriora. Más de 3,5 millones de personas se encuentran desplazadas por el conflicto y casi 22 millones necesitan asistencia. Se calcula que 1,3 millones de personas han escapade del país en busca de seguridad, a menudo realizando viajes muy peligrosos. Casi una de cada cinco personas que emprenden una travesía marítima en la región han muerto o desaparecido en 2025.
En Myanmar, más de 45 millones de personas -cuatro de cada cinco- viven por debajo del umbral de pobreza o apenas por encima de ese baremo.
Señor Presidente:
En medio de tanto sufrimiento, el pueblo birmano ha demostrado un coraje extraordinario y una enorme capacidad de resiliencia.
Los activistas de derechos humanos y los trabajadores de la prensa siguen sacando a la luz las violaciones, a pesar de los grandes riesgos en los que incurren.
En ausencia de servicios estatales, las instituciones religiosas, las entidades de la sociedad civil y los grupos comunitarios se esfuerzan en proporcionar servicios de salud y educación.
En protesta contra el régimen militar, los empleados civiles han renunciado en masa a sus cargos y ahora ayudan a establecer mecanismos de gobernanza alternativos.
Las mujeres están en la vanguardia de las campañas en pro de la democracia y en el apoyo a las familias de los presos políticos. Luchan para desmantelar el sistema patriarcal del país y exigen representación en las nuevas instituciones.
Los jóvenes también participan en el desarrollo del futuro político del país, ayudan a establecer estructuras de gobernanza locales y redes humanitarias, y promueven la protección medioambiental.
El informe que presento hoy se basa en las consultas realizadas por mi Oficina a lo largo de varios meses entre personas de todos los grupos étnicos, todas las edades y las capas sociales de Myanmar.
Todos ellos estaban unidos en torno a un mismo mensaje: los militares no deben desempeñar función alguna en la vida pública. El pueblo anhela una sociedad pacífica, inclusiva y democrática, basada en la rendición de cuentas y los derechos humanos.
Basándose en estas ideas, el informe que hoy traigo ante ustedes formula cuatro vías para apoyar estas aspiraciones.
Primero, la búsqueda de la justicia y la rendición de cuentas será decisiva para lograr una sociedad pacífica, inclusiva y democrática en Myanmar.
Las raíces del conflicto están en las graves vulneraciones del derecho internacional humanitario y el derecho internacional de los derechos humanos – asesinatos, secuestros, torturas y detenciones arbitrarias- que en general se han cometido con impunidad.
La puesta en libertad de todos los presos políticos y la presentación ante los tribunales de todos los responsables de violaciones de derechos humanos son aspectos fundamentales de la reconciliación y el camino hacia el futuro. Los procesos en curso en los planos nacional e internacional son medidas decisivas para la rendición de cuentas.
Una vez más, insto al Consejo de Seguridad a que remita la situación de Myanmar a la Corte Penal Internacional.
En el caso de Myanmar, hay muchas lecciones que es posible extraer de los mecanismos de justicia transicional, entre otros la importancia de revelar la verdad y reconocer los delitos, incluso las vulneraciones cometidas contra los grupos étnicos, y la necesidad de otorgar reparaciones.
En segundo lugar, la buena gobernanza y el espacio cívico. La población le transmite a mi Oficina sus deseos de vivir en una sociedad encabezada por civiles, que sea democrática y representativa, con instituciones locales transparentes. Estas estructuras deberían respetar la diversidad, la igualdad y los derechos humanos.
También es crucial que se abroguen las leyes que durante mucho tiempo han discriminado por motivos de raza, religión y sexo. Esta medida sería un paso importante en la tarea de garantizar los derechos de muchas minorías, entre otras la de los rohingyas.
La promoción y protección de un espacio cívico dinámico, que abarca la acción de una prensa libre e independiente, será fundamental para que los políticos que ocupan el poder rindan cuentas de sus actos.
En tercer lugar, la economía debe estar al servicio de la nación. Durante decenios, los militares han explotado la economía y los ricos recursos naturales del país en beneficio propio y de sus redes clientelares.
La corrupción y el nepotismo se han instalado, mientras que el ciudadano común se ha empobrecido.
Los migrantes que se han desplazado al extranjero declararon al personal de mi Oficina que deseaban, al regresar al país, que hubiera más oportunidades económicas.
La senda del progreso futuro exigirá un giro radical hacia una economía capaz de garantizar que se cumplen los derechos de la población, con inversiones en educación, salud pública, protección social y políticas integradoras en lo tocante a la tierra y la gestión de los recursos naturales.
Insto a todos los interesados, comprendidos los inversores y empresarios privados internacionales, a que colaboren para que este propósito llegue a ser realidad.
Por último, la participación constante en iniciativas de ámbito regional e internacional es un aspecto fundamental.
Esta crisis debería mantenerse en lo más alto de la agenda política, pero temo que ha perdido prioridad.
Reitero mi petición de que se proceda a un embargo de armamento, combinado con sanciones que sean coherentes con el derecho internacional -que abarquen el combustible de aviación y los bienes de uso dual- para proteger mejor al pueblo de Myanmar.
Exhorto a los países de la región y al resto del mundo a que protejan a las personas que huyen del conflicto, incluso mediante el rescate marítimo, y que se abstengan de rechazarlos o de practicar devoluciones “en caliente”. Los países receptores podrían considerar la posibilidad de otorgar la condición jurídica de refugiado de más largo plazo, en particular a los rohingyas, ya que no existen las condiciones que podrían permitir su regreso al Estado de Rakhine.
Es preciso que los países examinen nuevas opciones creativas que permitan proporcionar asistencia humanitaria transfronteriza.
En adelante, será importante que la comunidad internacional pueda negociar con el Gobierno de Unidad Nacional, los grupos étnicos armados y el movimiento democrático, incluidos las asociaciones feministas, los jóvenes y las entidades de la sociedad civil.
Señor Presidente:
Es indispensable que los militares cesen de inmediato la violencia, permitan el libre acceso a la ayuda humanitaria y pongan en libertad a todas las personas que han sido detenidas arbitrariamente, tal como exige la Resolución 2669 del Consejo de Seguridad.
En medio del caos, el hecho de planificar el futuro con los derechos humanos en el centro y la vanguardia de la acción ofrece al pueblo una sensación esperanzadora.
Hemos contraído con el pueblo de Myanmar la obligación de hacer que esta esperanza llegue a ser realidad.